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Imanes
2010
Técnica mixta
IMANES
En cultos pre-cristianos la dificultad de representar una idea tan compleja como la de Dios hacía tan insignificante la técnica humana que resolvieron el problema marcando simplemente la ubicación del concepto de Dios con un menhir, una columna o un pilar. A ese espacio vacío que englobaba (encerraba) el “Todo” se dirigían los creyentes con sus ofrendas y ruegos. Más tarde los cristianos al asumir parcialmente estos ritos precedentes y admitir que la deidad estaba encima de ese pilar, no dudaron en montar en el mismo a sus Vírgenes.
Alvaro Ledesma llega, en su proceso escultórico, a una serie de piezas fabricadas con imanes. Como en sentimientos pretéritos el escultor nos presenta ese espacio vacío de su escultura a donde debemos dirigir nuestra atención, porque ahí mismo, invisible pero presente, se haya el complejo concepto del Arte. Fascinación, instantes prolongadamente mágicos, misterio... el espacio entre sus imanes nos seduce de tal modo, atrapando nuestra percepción, que no dudamos en ningún momento que nos encontramos con nuestras ofrendas ante el Arte.
Podríamos analizar el equilibrio constante motivado por tensiones parejas, o la presencia de dos elementos (personas) cuya felicidad es no estar nunca unidos pero sí lo suficientemente cerca para realimentar su atracción-rechazo, o la mecánica matemática de las distancias para mantener equilibrios...y estaríamos dando vueltas alrededor de la superficie. Pero si profundizamos, nos encontramos ante una vuelta de rosca al “padre” Jorge Oteiza y su trabajo del vacío. Vuelta de rosca porque ante un vacío oteizano estático, delimitado con materiales pesados, consistentes, asentados, Ledesma responde con un vacío dinámico, abierto, de elementos livianos, fuertemente marcado por tensiones en un constante equilibrio mágico de fuerzas ocultas a nuestra visión.
Oteiza nos acoge en su protector vacío sedente, en su casa, en su frontón, firmemente anclado en tierra, un vacío fuertemente material, pero el vacío de Ledesma es salvajemente inhóspito, flotando en el aire, marcado por los elementos de su escultura y no delimitado por ellos. Es un vacío libre, peligroso, amenazador, en el que se adivinan sumergidas tensiones contrapuestas que mantienen el equilibrio y con unos sorprendentes efectos que percibimos como mágicos.
Además podemos añadir a esta fase de su proceso escultórico la dualidad, ese elemento constante en la obra de Álvaro Ledesma que pasa claramente en esta piezas a ser una “no-dualidad” como lo expresaría el Maestro Dogen (1200-1253) fundador de la escuela japonesa Sôtô zen: “la forma y el vacío no son dos”, o “la tranquilidad y la confusión no son dos”.
No son dos: lo material y la nada, son no-dos porque el uno sin el otro no existirían. Lo importante de los imanes es el espacio ausente de materia entre ellos pero sin los imanes no existiría el mismo, lo que vemos define a lo que no pero es un todo con ello a pesar de ser dos. La fuerza no está en los imanes que la provocan, la tensión está en el vacío imperceptible.
La fortaleza de lo efímero, la visión de lo imposible, el encanto de poder sorprenderse, el placer de no creerse lo que se ve... Ofrezcamos nuestras ofrendas al Arte que nos “marca” este artista: Alvaro Ledesma y sus imanes.
Texto:Joaquín Garrido